En el corredor que conecta la Plaza de Cayzedo y el Bulevar del río justo frente al teatro Jorge Isaacs se alzan estos dos vendedores de mandarinas frescas como una puerta en ambos sentidos que hacen transición entre un lugar y el otro. Quizá el corredor son ellos, y no hay forma de pasar de A a B sin antojarse de unas mandarinitas.